Ética teológica de la vida. Escritura, tradición y desafíos prácticos
La Librería Editrice Vaticana publica un texto titulado Ética teológica de la vida. Escritura, tradición y desafíos prácticos. El volumen recoge las Actas de un seminario de estudio interdisciplinar promovido por la Pontificia Academia para la Vida. Hablamos de ello con el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia y revisor de la publicación.
Monseñor Paglia, el texto es muy amplio y denso. ¿Cómo surgió este proyecto?
La iniciativa se inspira en las numerosas peticiones que el Papa Francisco dirige a los teólogos en sus discursos y documentos. Oímos decir que el Santo Padre no se interesa por la teología, pero si prestamos más atención a lo que realmente dice, no parece posible decir tal cosa. Así que nos preguntamos: ¿estamos realmente escuchando el magisterio del Papa Francisco? ¿Nos tomamos en serio sus palabras de forma orgánica, o utilizamos solamente una expresión, que además está aislada del contexto del conjunto de sus reflexiones? ¿Examinamos las implicaciones que éstas tienen para el pensamiento teológico? Si miramos la Evangelii gaudium, la Laudato si’, la Amoris laetitia y la Veritatis gaudium desde esta perspectiva, nos damos cuenta de que las solicitaciones presentes en ellas abren un nuevo horizonte para la teología y para la tarea de los teólogos, con un fuerte énfasis en el diálogo y el enriquecimiento mutuo de los distintos saberes.
El texto está dedicado únicamente a temas que tienen que ver con la vida. ¿Cómo es eso?
La ética teológica de la vida humana es un campo particular en el que la Academia se interesa, en el que los temas de la corporeidad y las prácticas de salud son de particular interés. Es, además, un ámbito en el que la continua innovación científico-tecnológica impulsa la reflexión. Cuando comenzamos nuestro itinerario nos acercábamos al vigésimo quinto aniversario de la Evangelium vitae. Nos propusimos entonces releer, muchos años después, los principales temas tratados en la encíclica de San Juan Pablo II. Y lo hicimos invitando a teólogos y expertos en diversos ámbitos a un seminario de estudio en Roma en 2021. Los invitados procedían de varios continentes y expresaban diferentes sensibilidades y enfoques teológicos. El texto ahora publicado recoge las Actas de esta obra. El Papa Francisco fue informado de cada paso y alentó el proyecto.
En la introducción usted escribe que se trata de un “unicum”. ¿Qué quiere decir con esto?
Por un lado, la iniciativa parte de una Pontificia Academia, institución que forma parte de la Santa Sede, pero por otro lado nuestra reflexión no se limita a explicar textos del Magisterio. Más bien pretendíamos poner en diálogo -como explico con más detalle en la introducción- diferentes opiniones sobre temas incluso controvertidos, proponiendo muchos puntos de debate. Así que la perspectiva es la de prestar un servicio al Magisterio, abriendo un espacio para hablar que posibilite la investigación y la fomente. Así interpretamos el papel de la Academia, que el mismo Francisco ha querido también en temas de frontera en clave transdisciplinar. El cuidado de la inteligencia de la fe debe proceder cultivando este campo de elaboración de las intuiciones y avances necesarios: escuchar la voz del Espíritu que explica siempre de nuevo el Evangelio de Jesús, para interceptar con nueva eficacia los procesos en los que se forman los paradigmas de la cultura humana (Veritatis gaudium). Acoger la seriedad de los procesos de elaboración de este dinamismo eclesial, que no se resigna a la mera repetición de fórmulas inertes o a la mera adaptación de los lugares comunes, forma parte del ministerio confiado autoritariamente a la Pontificia Academia.
En su opinión, ¿el “método” de trabajo es la principal novedad?
Sí, desde el principio tuve claro que era esencial un clima de investigación, diálogo y confrontación entre los participantes. Como ya se ha dicho, y vale la pena subrayar, no sólo buscamos el diálogo entre diferentes áreas de conocimiento, sino también entre perspectivas y modelos teológicos que desarrollen una inteligencia sapiencial y pastoral de la fe: para hacer resonar la riqueza de la teología cristiana, su polifacetismo católico. La columna vertebral de este texto es una antropología teológica inspirada en la fe eclesial en estrecho diálogo con la cultura contemporánea. Constituye la base para abordar cuestiones relativas a la vida humana y complejas cuestiones científicas y éticas en el contexto del mundo actual. Es un intento, ciertamente perfectible, de acoger la invitación de Veritatis gaudium (par. 3) a un cambio radical de paradigma en la reflexión teológica.
¿Qué supuso este enfoque para el desarrollo de su seminario?
Puedo responder a esta pregunta observando la articulación de los diferentes capítulos del texto, 12 en total. El punto de partida es un resumen de los puntos más relevantes de los discursos y documentos del Papa Francisco. A partir de aquí pasamos a examinar la enseñanza sobre la vida en la Biblia a la luz del acontecimiento cristológico. Tras un capítulo que trata de interpretar los principales elementos de la cultura del mundo en que nos encontramos hoy, el siguiente capítulo examina críticamente la lectura de la tradición magisterial y teológica con respecto al quinto mandamiento: “no matarás”. A continuación, se examinan los temas de la conciencia, la norma y el discernimiento moral. En este amplio marco se sitúan las cuestiones relacionadas con el origen de la vida y el papel de la sexualidad, el sufrimiento, la muerte y el cuidado de la persona moribunda. Algunas cuestiones específicas, como las del medio ambiente y la vida (incluida la vida animal) en el planeta, la generación y procreación responsables, el cuidado de los moribundos y las nuevas tecnologías, se abordan como bancos de pruebas del planteamiento general expuesto en los capítulos anteriores. Al final del texto se esboza el horizonte escatológico fundamental revelado por la revelación, indispensable para una adecuada comprensión de la vida humana y su sentido, y desgraciadamente poco presente hoy en la predicación cristiana.
¿Cuáles son los rasgos fundamentales de la antropología teológica que subyacen en el desarrollo de la reflexión que han propuesto?
El enfoque personalista (que ya fue fuertemente instado como principio para el desarrollo antropológico de la teología cristiana por Juan Pablo II), debe combinarse con una profunda elaboración cristocéntrica y eclesiológica. La respuesta a la llamada de Cristo, en sus implicaciones existenciales y en su declinación pastoral, requiere un compromiso que se implementa plenamente en la comunidad. Es haciendo el camino junto a otros, en la dimensión social e histórica, que se elaboran y formulan las normas morales. Cuidado: la verdad del bien moral no tiene que ver con el consenso; tiene que ver con la realidad de la persona abierta a la comunión y que encuentra su plenitud en el amor, en la apertura al otro, en una verdadera ética de la alteridad.
¿El hecho de que haya un debate libre y abierto en el libro es un signo de sinodalidad?
Ciertamente lo es. No hay otro camino, sobre todo en cuestiones fundamentales como las relativas a las múltiples dimensiones de la vida humana. Queríamos un itinerario de estudio y reflexión que nos llevara a ver las cuestiones de bioética bajo una nueva luz, empezando por el papel del discernimiento y la conciencia formada del agente moral. No sólo en un clima de parresia que estimule y potencie a teólogos, académicos, estudiosos. Pero también con un procedimiento análogo al de las quaestiones disputatae: plantear una tesis y abrirla al debate. Y el debate puede llevar a vislumbrar nuevos caminos, para hacer avanzar la bioética teológica, incluyendo los desarrollos más recientes favorecidos por las cuestiones planteadas por la ecología integral y la dimensión global de los problemas. Como las quaestiones disputatae de la Edad Media: no pretendían suplantar al auténtico Magisterio, sino que querían abrir nuevos horizontes de reflexión e investigación, a disposición de su discernimiento específico y autorizado. Es ciertamente un proceso que refleja el aliento sinodal y el clima en el que el Papa Francisco desea que se mueva la Iglesia. Precisamente este proceso sinodal nos fue señalado con autoridad durante los días del Seminario, por los cardenales Grech y Semeraro que presidieron y predicaron durante las celebraciones eucarísticas. Sus textos también se recogen en el libro.